Mañana es 15 M

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Mañana, al igual que hace 10 años, vuelve a ser 15 M, vuelve a ser 15 de Mayo.

Con las mismas y distintas connotaciones.

Recuerdo hace dos lustros, cuando tenía 21 añitos y un sentimiento de indignación removió las conciencias y los corazones de la gente para reivindicar justicia, dignidad, y derechos sociales en España: como la sanidad y la educación, pensiones, derecho a la vivienda…

Por aquel entonces todavía estaba en Valencia, era mi último año de CCAFD, y recuerdo cuando pasé a la copistería de en frente de mi facultad –en Gasgó Oliag– para imprimir el librito de un francés al que se le atribuía parte del mérito del movimiento que pasaría a la Historia con el nombre de este día, 15 de mayo. Indignez-vous decía el ensayo de Stéphane Hessel, «indignados» en castellano. Y es que no era para menos. La corrupción, el bipartidismo y las consecuencias de una de las peores crisis económicas de los últimos años, que especialmente se cebaba con los jóvenes sembrando un futuro de insidiosa incertidumbre todavía perdura.

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Un movimiento de indignación, de gente honesta, normal y corriente fue empujada hace 10 años a las plazas de todas las capitales de provincia españolas para reivindicar un cambio ¡Ya está bien!

Cada uno tenía sus motivos, y la característica predominante –aunque se podían identificar principios ideológicos de corte social y humanístico frente al lenguaje economicista de las derechas– era una abierta declaración apartidista. Había gente reivindicando sentido común, sensatez, y ansias de convivencia y mejorar la calidad de vida de su pueblo, su salud, sus relaciones sociales, laborales, el derecho a envejecer dignamente…

Todos, viejos y jóvenes, nos movilizamos y acampamos en las plazas de las ciudades y pueblos para exigir que retornara la decencia y la cordura a la política, se crearon grupos y círculos para hablar y poner en común propuestas y unas exigencias formales que nacieron del consenso de un pueblo. Lejos de intereses de grupos de presión, multinacionales o empresas, que son las que tristemente, marcan la agenda política de los países en detrimento de sus gentes y sus pueblos.

Este acontecimiento cambió radicalmente la política de nuestro país, acabando con el bipartidismo que heredamos desde Cánovas y Sagasta, para imponer el diálogo entre partidos políticos dentro y fuera del Senado. Aunque lamentablemente, y esto es un juicio de quien escribe: no están a la altura.

De las ganas de consenso, diálogo y puesta en común que surgieron hace dos lustros, quedan viejos vídeos, fotografías y libros; quedan muchos recuerdos, acampadas, buenas intenciones. Pero los engranajes del capitalismo se pusieron a girar a toda máquina, despertando de nuevo al lobo de los medios de comunicación de masas, para servir con más fuerza sus intereses. Para seguir explotando al pueblo y a un planeta entero que, extenuado agoniza, y apenas puede subsistir entre pobreza y precariedad.

¿Qué podemos hacer frente a tan aciago destino?

John Ralston Saul ya dijo, en el colapso de la globalización y la reinvención del mundo (2012) que los peces gordos, economistas que apoyaban el movimiento de la globalización, think-tanks neoconservadores, se podían permitir gastar 140 millones de dólares al año en favorecer sus intereses. ¿Quién puede luchar contra esto en igualdad de condiciones y con las reglas de un sistema capitalista?

El resultado se puede ver hoy en día, y creo que no necesita comentaristas. El mayor logro de los medios de desinformación de masas, con sus fake news, seguramente sea haber convencido a currantes y clases medias con su discurso conservador, instaurando un miedo en la sociedad que no tiene base ni fundamento, pero es muy útil y práctico para seguir flagelando al pueblo con impuestos, y engañándole diciendo que el peligro es el inmigrante o el “comunismo”, para perpetuar el esclavismo que facilita un capitalismo renqueante sostenido por el FMI, la OMC, lobbies empresariales y multinacionales.

Hoy, cuando el poder de empresas es mayor que el de países enteros, y nos encontramos ante un inevitable colapso de nuestro modelo de vida occidental (ya no queda petróleo barato y los recursos se agotan), el peligro del ecofascismo sí que es real, y de hecho llama todos los días a la puerta de las gentes de África y Asia, aunque no aparezca en la portada de ningún medio Europeo, o no lo queramos ver.

En definitiva, mañana, décimo aniversario del 15M, y en vista de la flagrante falta de derechos humanos a la que estamos asistiendo, deberíamos retomar las inquietudes y valores democráticos y de justicia social que nos movilizaron antaño, para hacer de este mundo un lugar mejor. Poner en la agenta políticas ecosocialistas y decrecentistas consensuadas y en base a la ciencia, o asistir a un colapso abrupto, que cada vez traiga más precariedad y privatización.

Buenos días a todos, Salud, y mis mejores deseos para todas.

Luis Aguilar.

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