Paz y Decrecimiento, o guerra, colapso y más crecimiento

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Vivimos tiempos aciagos en los que los valores y los derechos humanos se subordinan a los intereses más vulgares y despreciables, como el ansia de crecimiento económico infinito a toda costa.

La guerra en Ucrania, y el genocidio de Palestina nos traen esta cruda realidad y nos recuerdan el cinismo del que de alguna manera participamos desde nuestra atalaya europea: o vendiendo armas a países implicados directamente en estos conflictos, o mirando para otro lado, como si las cosas que no sucedieran dentro de nuestras engreídas fronteras, no fueran de interés.

Pero la cruel realidad no tiene por qué seguir siendo tal si recuperamos los valores de la paz, la humanidad y la no violencia, y especialmente, el Decrecimiento, para recuperar la justicia social y económica que caracterizó alguna vez a las sociedades del pasado, y para que la mayor parte del planeta pueda vivir dignamente.

Ante esta disyuntiva histórica, nos quedan grosso modo dos opciones: luchar con determinación por la paz y la implantación de estos valores humanos de respeto y cuidado por la vida, o no hacer nada y dejar que la guerra siga su curso, que los poderosos sigan regocijándose en su dinero manchado de la sangre de inocentes allende los mares, y que el crecimiento nos aboque a un colapso planetario, activando ciclos de retroalimentación positiva como el del aumento del carbono en la atmósfera, el derretimiento de los polos, o la pérdida de pensamiento crítico entre las masas, fruto de una paupérrima labor educativa y periodística, que por encima de su código deontológico, prima acatar las órdenes del capital.

¿Qué entendemos por Decrecimiento?

La palabra y el concepto «decrecimiento» aparecen por primera vez en 1971 en La ley de la entropía y el proceso económico del ecologista y economista rumano Nicholas Georgescu-Roegen.

Podemos entenderlo como un movimiento, una forma de vida y de organización social transversal y multidisciplinar que se caracteriza por pretender extender unas condiciones de vida buenas, dignas y decentes a la mayoría de personas y especies vivas del planeta.

Muchas personas opondrán el Decrecimiento al concepto del crecimiento económico, y sí, en muchos aspectos está relacionado, pues implica un decrecimiento cuantitativo (económico, de disponibilidad de producto, en la fabricación de objetos inútiles para la sociedad, de caprichos, un descenso del consumismo y la publicidad…) especialmente de aquellas cosas que no contribuyen al bienestar general, como las guerras, o las decisiones políticas dictatoriales o autoritarias; o el favoritismo hacia multinacionales ominosamente ricas; es decir es, significa una decrecimiento cuantitativo, pero requiere a su vez un cambio de paradigma, una reestructuración de prioridades fundamental en lo cualitativo. Y con la antítesis al crecimiento no definimos adecuadamente el concepto. Pues no implica un descenso en el nivel ni en la calidad de vida, ni de la felicidad o el disfrute. Recordemos que la mayoría de cosas que nos hacen felices no son materiales sino relacionales (una vez cubiertas nuestras necesidades básicas de cobijo, alimentación, descanso y relación, por supuesto).

Kohei Saito escribe que el decrecimiento como antítesis no se refleja necesariamente en el PIB. Se trata de poner el énfasis en la prosperidad de las personas y en la calidad de su vida. Es cambiar la cantidad (crecimiento) por la calidad (desarrollo). Es un proyecto a gran escala para cambiar el sistema actual por un modelo económico que, al tiempo que presta atención a los límites planetarios, reduzca la desigualdad económica, amplíe la protección social y aumente el tiempo libre.

Por su parte, para Luis González Reyes, el Decrecimiento no es un objetivo en sí mismo, sino un medio, una herramienta para alcanzar parámetros de sostenibilidad social, ecológica y ambiental.

El peligro de la inacción

Precisamente, actualmente estoy trabajando en un nuevo ensayo sobre este tema del Decrecimiento y el peligro del auge de autoritarismos, o ecofascismos. Si la deriva económica mundial sigue la dinámica de los últimos años la historia corre el riesgo de repetirse, y gobiernos y grupos fascistas pueden alzarse sobre los últimos reductos de recursos que permitan la subsistencia digna de la humanidad. Las películas distópicas a lo Mad Max no están tan alejadas de la realidad si no cambiamos el rumbo de nuestras prioridades. Y paramilitares y grupos armados (incluso multinacionales), que ya se adueñan del petróleo, del agua y alimentos clave, pueden extender su hegemonía sobre el tablero del mapamundi como si de una ecléctica partida de Risk se tratase. El objetivo: conquistar el mundo.

Sobre este tema del ecofascismo, Carlos Taibo publicó el año pasado un ensayo interesante en Libros de la Catarata. Y es que, coincidimos con él en que si no paramos los pies a la megamáquina del Capital y el brazo armado y económico de la ultraderecha, uno de los capítulos más lúgubres de la historia, como el caso de la Alemania nazi, puede resucitar, reforzado con drones, IA y otras terribles nuevas tecnologías.

Janet Biehl y Peter Staudenmaier son posiblemente los precursores del análisis del ecofascismo y sus raíces. En 1995 publican el libro Ecofascismo. Lecciones sobre la experiencia alemana, cuya traducción española llegaría en 2019.

En el libro, los autores argumentan que los nexos entre fascismo y medioambiente se consolidaron durante el régimen nazi, aunque con importantes antecedentes que se remontan a finales del siglo XIX y a la conformación del movimiento völkisch que, alcanzó su cima en los años veinte del siglo pasado.

En definitiva, o apostamos fuertemente por la paz y recuperar esos valores humanos deseables a los que todas aspiramos y que nos gustaría compartir, o el precio de cruzar los brazos será una interrogante prórroga del capitalismo, abocado a un colapso inevitable fruto de su depravada y suicida ansia de crecimiento, que repercutirá en sufrimiento para la inmensa mayoría de especies vivas del planeta, empezando por la nuestra, y acabando con las que ya están en un grave peligro de extinción.

Referencias

Aguilar, L., El colapso de la salud. Albacete, Colección LAS Salud, 2023.

el colapso de la salud

Biehl, J., y  Staudenmaier, P., Ecofascismo. Lecciones sobre la experiencia almena. Barcelona, Virus Editorial, 2019.

Taibo, C. Ecofascismo, una introducción. Madrid, 2024, Libros de la Catarata.

Saito, K., El capital en la era del Antropoceno. Una llamada a liberar la imaginación para cambiar el sistema y frenar el cambio climático, Sinequanon (Penguin Random House), Barcelona, 2022.

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