«Este libro dista mucho de ser una mera compilación de memeces triviales. Refleja, más bien, un crescendo natural que parte de las estupideces de los charlatanes, pasa por el crédito que se les dispensa en los medios de comunicación convencionales y que desemboca en los trucos de la industria de los suplementos alimenticios (que mueve 30.000 millones de libras esterlinas anuales), en las maldades de la industria farmacéutica (que mueve 300.000 millones), en la tragedia en la que se ha convertido el periodismo científico actual y hasta en el encarcelamiento, el público escarnio o la muerte de personas, simplemente por la interpretación errónea que nuestra sociedad suele hacer de las estadísticas y de las pruebas empíricas.”
Ben Goldacre, 2011.
Libro del año según Daily Telegrapf, The obverver y The Times.
Y la verdad es que son merecidos estos elogios, pues nos encontramos en un mundo en el que los charlatanes, apropiándose las palabras que pueden pronunciar sin dificultades propias de la ciencia, obtienen igual o más credibilidad que otros muchos estudios y trabajos sencillos, contundentes, y que ponen de manifiesto claramente todo lo contrario, o al menos dejan lugar a dudas razonables.
La ciencia es escéptica por naturaleza, evoluciona, y su método, permite que evolucione, se corrijan hipótesis, y ya no pensemos todos que la tierra es plana entre otras cuestiones (o al menos casi todos).
Así es como, con un lenguaje genial el psiquiatra, periodista y científico Ben Goldacre, nos trasmite el funcionamiento básico de la ciencia para que tengamos las herramientas suficientes para enfrentarnos con argumentos lógicos a pseudocientíficos y charlatanes que siguen defendiendo que la homeopatía funciona, o que su método (que ni si quiera se han molestado en comprobar) funciona para que no se caiga el pelo; o desintoxica nuestro organismo, por ejemplo, tomando un batido verde con lima (que te lo podrías hacer en casa, pero es el suyo el que de verdad funciona, y casualmente es 4 veces más caro).
En esta sociedad en la que nos encontramos, y con el acuciante daño para la salud pública que pueden hacer Y HACEN estos charlatanes que persiguen forrarse a costa nuestra y de nuestra salud. Por lo que se hace indispensable dar difusión a libros como mala ciencia.
Hasta que no se persiga y castigue con mano dura a las personas que juegan con la salud de la gente, posiblemente la herramienta más útil sea proporcionar lucidez y pensamiento crítico a la gente.
Ya que no tuvimos la opción de entender el método científico con propiedad en la etapa de la ESO, ni en la LOGSE, diremos que hay lecturas recomendadas como ésta que nos puede hacer cambiar nuestra concepción del mundo y aproximarnos a este método con un lenguaje brillante.
Ben, también habla de dietas milagro, fraudulentas o milagrosas, y especialmente a las marcas que venden complementos alimenticios o suplementos. Habla de las estrategias que siguen para llegar a estar en boca de todos, sin jugar siguiendo las reglas.
Seguramente tengas algún anuncio o algún panfleto en la mente ahora mismo. Suelen obviar o no disponer de datos a los que hacen alusión, son parciales (no honestos) y no citan aquellos datos que van contra lo que desean “demostrar” o vender.
Además, muchas de estas referencias, en el caso de que haya, suelen ser estudios observacionales y no de intervención, por lo que no se puede asegurar causalidad entre ambas variables pues hay más factores de confusión.
En palabras del autor: “me refiero a aspectos que están relacionados tanto con el resultado que se está midiendo (las arrugas) como con el agente activo que también se está midiendo (la comida), pero que no han sido tenidos en cuenta todavía y que pueden introducirnos a interpretar como causal una relación que sólo lo es en apariencia.”
El trabajo, el modo de vida, el estado socioeconómico, el uso de cosméticos, etc. Influirán también sobre las arrugas, por lo que si solamente observamos la dieta, no podemos afirmar relación de causalidad sin controlar los otros factores que pueden influir en la variable dependiente (las arrugas).
Si a estas argumentaciones le añadimos que el parlanchín en cuestión es médico, nutricionista o un profesional sanitario, la frase aumenta su credibilidad (es lo que se conoce como la falacia de autoridad).
¿Os suena el Dr. Dukan u Odile Fernández?
Siguiendo con estrategias más propias del márquetin y las empresas, en la mala ciencia encontramos lo que se denomina conflicto de intereses.
Un ejemplo: una empresa azucarera financia y estudia el consumo de azúcar y su relación con la caries, y el riesgo de Diabetes.
Evidentemente esta empresa, tiene un conflicto de intereses notable, no puede ser imparcial, porque si los resultados son causales (que sabemos que sí: el consumo de azúcar se asocia a mayor frecuencia de caries, y de diabetes) esto puede repercutir en un menor margen de beneficios.
Este es un claro ejemplo, y si en una investigación hay conflicto de interés, esto se debe reflejar en la publicación. Cosa que no siempre pasa y disminuye la calidad de las publicaciones con efecto acumulativo, pues seguramente ese trabajo de pie a otros más.
Espero que os haya gustado la entrada.
Por cierto, declaro que mi único conflicto de interés además de mejorar la salud y la calidad de vida de las personas, es aumentar el número de suscriptores a mi web, así que si os ha gustado y queréis que os envíe al correo los próximos artículos, ya sabéis.
Os dejo, que estoy impaciente por terminar el libro. Feliz semana.
Referencias:
- Mala ciencia. Ben Goldacre. (2011) Booket.
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