¿Qué estamos haciendo mal?

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Como profesional sanitario, soy Dietista-Nutricionista, me preocupa cada vez empeoren más los hábitos alimentarios de la población.

Las encuestas de consumo de alimentos reflejan que se consumen demasiados alimentos superfluos (bollería, bebidas azucaradas, embutidos, cereales azucarados…), no se llega al mínimo en las recomendaciones de alimentos saludables, especialmente frutas, verduras, legumbres, y cereales integrales. Y pese a un aumento de la preocupación por la salud por una parte importante de la población, sigue coexistiendo un arraigado consumo de alcohol en la población española, tabaquismo, y sedentarismo. Que son tres de los factores de riesgo modificables más importantes junto a una mejora de la alimentación.

En este contexto, las enfermedades cardiovasculares, con el sobrepeso y la obesidad a la cabeza, se ceban con los sectores más vulnerables: la infancia.

Por lo tanto, ¿qué estamos haciendo mal?

 

Se me ocurren algunas piedras en el camino que dificultan la labor divulgativa y la promoción de hábitos saludables, especialmente en mi colectivo profesional, de los que me gustaría destacar los siguientes

Factores en contra

  • Falta de una educación científica, racional y alimentaria básica entre la población.

  • Una industria alimentaria que persigue lucrarse económicamente y no reflexiona sobre las consecuencias para la salud pública del consumo de determinados productos, especialmente:

    • La industria del alcohol, vino, cerveza, licores…

    • La industria del azúcar, la bollería industrial, y las bebidas azucaradas.

    • La industria de algunos alimentos ultraprocesados.

  • Las estrategias por aumentar las ventas no conocen límites, por un lado, la legislación no regula correctamente para que no repercutan negativamente en la salud poblacional. Muchas de estas campañas van dirigidas a niños, usan la publicidad subliminal, regalan juguetes con determinados menús de comida basura. Y por otro lado, el presupuesto del que disponen es abrumadoramente apabullante, y la publicidad de alimentos saludables no puede hacerles sombra. El presupuesto que tienen no se queda en el departamento de márquetin, sino que está rozando límites oscuros, corrompiendo a científicos y comprando investigaciones científicas para favorecer las ventas de sus productos. Investigaciones claramente sesgadas y sin validez. Esto unido al primer factor provoca que la gente se decante por consumir alimentos insanos, que además:

  • Son en muchas ocasiones más baratos que la comida saludable. La bollería industrial y los dulces, utilizan materias primas muy baratas (aunque de poca calidad) y esto provoca que especialmente población en riesgo de exclusión social y con pocos ingresos no se puedan permitir consumir alimentos frescos, pero sí este tipo de snacks o comida procesada.

  • Las Fundaciones científicas que deberían promover hábitos y estilos de vida saludables, muchas veces entran en claro conflicto de interés al contar en sus altas esferas de poder, representantes de la industria alimentaria. Y me remito al segundo y tercer factor. Es la pescadilla que se muerde la cola, lo que podemos denominar un:

  • Ambiente obesogénico.

  • Además, aunque se nos reconoce a los Dietistas-Nutricionistas como profesionales sanitarios, todavía no estamos en hospitales ni centros de salud públicos. Esto provoca, que muchas de las recomendaciones y tratamientos dietoterapéuticos estén desactualizados, y sean en muchos casos contraproducentes, alargando el tiempo de hostitalización en muchos casos, y elevando a su vez el coste sanitario por una mala gestión de los recursos públicos. #SanidadDesnutrida

  • Políticos incompetentes. Que además no saben cuándo dimitir.

  • Lo que provoca un estado de apatía entre algunos sectores de población.

  • Y por último pero no menos importante, el sedentarismo preocupante de la sociedad.

Creo que en líneas generales esto es lo que provoca el citado AMBIENTE OBESOGÉNICO, y lo que dificulta en mayor medida la reversión de la epidemia de la obesidad.

Aunque son muchos puntos y muy poderosos, no todo está perdido y siempre hay un resquicio para el optimismo.

Factores a favor

 

  • Cada vez hay más profesionales, y magnánimos divulgadores y divulgadoras que se unen al objetivo de mejorar la salud de la población.

  • El apoyo de los colegios profesionales está siendo fundamental para ganar voz, visibilidad, y mejorar cada vez más la salud de la gente a través de la alimentación. La reciente creación de la Academia Española de Nutrición y Dietética ha sido un gran logro para mejorar en esta línea divulgativa y de crecimiento profesional.

  • La vida moderna, con sus ventajas y sus sedentarios inconvenientes, está cambiando el chip de la gente, y les está haciendo ver que no entrenar y no estar activo: no es una opción. Al menos si queremos gozar de buena salud.

  • La mejora de la tecnología alimentaria, ha traído mejoras en el almacenamiento, procesado, distribución y conservación de los alimentos, lo que permite poder disfrutar de más tiempo y en mejores condiciones todo tipo de alimentos. Especialmente aquellos productos frescos con menor vida útil.

  • Cada vez hay más y mejores evidencias científicas que nos ayudan a comprender la evolución y el tratamientos de patologías relacionadas con la alimentación.

  • Quiero pensar, que el pensamiento crítico de la población va en aumento, y cada vez hay menos propensión a dejarse embaucar por una pseudociencia, o a seguir determinada dieta milagrosa (Dieta de la alcachofa, disociadas, Atkins, del grupo sanguíneo y todas estas…)

  • El empoderamiento del consumidor cada vez va a más, y este exige alimentos de calidad, saludables y que satisfagan sus necesidades. Cuando nos demos cuenta de que la industria alimentaria depende de nosotros, podremos cambiar muchas cosas.

 

Conclusiones

Vistos los pros y contras, parece, que la responsabilidad de la disminución de salud poblacional, especialmente en materia de obesidad, seguramente responda a los factores que propician el ambiente obesogénico. Pensar qué podemos estar haciendo mal es una buena estrategia de autocrítica profesional, todos deberíamos hacerlo. Pero no debemos olvidar que en muchas ocasiones, los resultados dependen de otros factores más complicados y que requieren tiempo, y volundad de muchas personas para cambiarlas. Y esto es extensible a más enfermedades como la Diabetes, la hipertensión arterial, y otras muchas.

Uno de los puntos fuertes que tenemos es la gran cohesión y vocación de los profesionales sanitarios para mejorar todos y cada uno de los aspectos de la salud poblacional. Estoy seguro que esa vocación irá creciendo, como no puede ser de otra manera, y que pasito a pasito iremos disminuyendo la influencia que los grandes lobbies alimentarios tienen sobre la salud poblacional, así como todos los factores que vulneran la salud de la gente.

Y quizá, lo que deberíamos mejorar, es fomentar ese espíritu critico entre la población más todavía, aunque esto requiera más tiempo en consulta, y kilos de paciencia fuera de ella.

Dar ejemplo es fundamental, pero hay de despertar a gran parte de la población que todavía no ve la magnitud del problema, a la vez que luchamos contra todas las piedras del camino.

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