Algunas artes marciales como el Judo, y especialmente aquellas propias de cada región, se conocen más y se trabajan como contenido en la Educación Física escolar por los múltiples beneficios que aportan: en el ámbito psicomotriz, social, los valores que inculcan, etc.
Pero otras artes marciales, quizá por desconocimiento de los propios docentes, o por la creencia de que pueden resultar demasiado contundentes o agresivas, no se contemplan como contenidos en las aulas, ni en los centros ni en los pabellones de Educación Física de la escuela ni de los institutos.
Este es el principal motivo que me incitó a escribir mi primer libro:El Hapkido en el marco de la Educación Física escolar (2018), que es una pequeña justificación de la inclusión de las artes marciales, los deportes de contacto, y en especial el arte marcial coreana del Hapkido en la Educación Física como un contenido intrínsecamente valioso en la educación de los jóvenes.
Y es que el Hapkido, bien enseñado y priorizando contenidos transversales y que sirvan de transferencia educativa hacia las artes marciales en general, y adaptado a las características de cada clase, puede ser enormemente educador, motivador y enriquecedor a nivel personal, mejorando la confianza y el autoconcepto de los jóvenes, su salud y forma física, la empatía, y desarrollando valores deseables a todas las artes marciales como la empatía, el respeto, la solidaridad, la justicia y el compañerismo. Valores que se pueden trabajar también en otros contenidos como los deportes y los juegos tradicionales, pero que en las artes marciales cobran especial relevancia, ya que los contenidos que integran, no son pases o lanzamientos con un balón, sino, como en el caso del Hapkido: patadas, bloqueos, llaves, luxaciones, estrangulaciones e inmovilizaciones, que requieren una adecuada introducción metodológica en la escuela, pero que pueden llegar a ser mucho más significativos y educativos como aprendizaje, que otros contenidos, también deseables, pero que se imparten casi como dogmas en la Educación Física desde hace muchos años, y ya no representan ninguna innovación, e incluso pueden llegar a ser aburridos.
En cambio, las artes marciales, sirviéndose también de los
juegos (de tracción y empuje, colaborativos, o de lucha por un espacio, como
cito en el libro) y un modelo de diseño curricular adecuado, que priorice al
alumno como eje del aprendizaje, y no a los contenidos per se. Y les haga reflexionar e involucrarse en el aprendizaje,
además de hacerles disfrutar aprendiendo, les hará reflexionar sobre la
importancia del aprendizaje del Hapkido. La responsabilidad. Fomentando un
pensamiento crítico, que les va a favorecer en un fututo cualquier toma de
decisiones en su etapa adulta. Y pensamos por lo tanto que el Hapkido, y las
artes marciales, pueden ayudar y tienen mucho que decir en la educación de los
infantes en la etapa escolar. A pesar de lo que mucha gente piensa, la
enseñanza de las artes marciales, especialmente en su versión tradicional,
disminuye los comportamientos violentos en los jóvenes.
Esto no es nuevo para los que estamos familiarizados con las
artes marciales, y especialmente para los instructores o maestros. Pero sería
interesante animar al resto de docentes y maestros de Educación Física, a
interesarse por otros contenidos. A buscar cursos de formación continua en
otros centros no oficiales, aunque sean centros de artes marciales.
Espero que el libro en cierta medida, sirva para este fin. Dar a conocer el Hapkido, en todos sus estilos y variantes, y especialmente en las clases de educación física. Y para sus practicantes, espero que disfruten con una lectura amena y agradable, con rigor científico y educativo, y que espero que ayude en la práctica docente, al menos, generando nuevos puntos de vista.
Si quieres conocer más, puedes adquirir el libro en papel y en formato Kindle aquí.