Hacia una calidad de vida: saludable

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Todos queremos calidad de vida, y gozar de un buen estado de salud es imprescindible, pero ¿qué más esconde el concepto calidad de vida?

“Noble concepto el de calidad de vida que encierra dentro de sí mismo una amplia cantidad de acepciones tanto en perspectiva científica, como en el propio quehacer del concepto en la percepción de los sujetos. (…)

El concepto calidad de vida es totalizante, dado que engloba dimensiones económicas, sanitarias, subjetivas y socioculturales. Esta multiplicidad de visiones sobre la calidad de vida implica la complejización amplia del concepto, y si además contemplamos que se ha popularizado enormemente y ha pasado al lenguaje común de la población aún más complejidad.” (1). A la que nos gustaría añadir la dimensión motriz, de movimiento.

El concepto de calidad de vida es tan heterogéneo como subjetivo, pero como profesionales de la salud, defendemos una calidad de vida basada en los pilares de la alimentación variada y saludable, con predominio de los vegetales, un estilo de vida activo, y en el plano de la autorrealización personal: satisfactorio.

“Sin embargo, la calidad de vida como concepto bruto no es generalizable a todas las regiones del mundo, existen graves fisuras y discontinuidades que dividen a la humanidad entre desarrollados/subdesarrollados, imperialistas/colonizados, explotadores/explotados, norte/sur, ricos/pobres y así un largo etcétera que solo ha generado “[…] una tibia y descomprometida denuncia, preguntándose por el bienestar y la felicidad especialmente en aquellas sociedades que han alcanzado considerables cotas de consumo y comodidad, intentando profundizar en las relaciones entre la felicidad de los ciudadanos y el desarrollo económico, todo ello bajo el título general y ambiguo epígrafe de calidad de vida” (Blanco, 2009:238) en (1).

Paisaje que invita a la reflexión

Las reflexiones sociológicas y filosóficas son realmente necesarias al hablar de la calidad de vida y la ausencia de esta. En el modelo capitalista en el que vivimos, la calidad de vida se usa como justificación para perpetuar un sistema egoísta y que se sirve de la explotación de otras personas y la expoliación de sus recursos naturales. Y esta calidad de vida aumenta para unos, mientras se estrecha y ahoga la de otros, pero es un tema incómodo, no es agradable, ahí está la bibliografía para el que quiera ahondar más en lado oscuro de la calidad de vida (1).

Es el lado bueno de la crisis: la empatía y la comprensión (de algunos) de que el capitalismo es inviable sin países a los que explotar y de los que aprovecharse. La comprensión de que ya no solo pasa en Bangladesh, o China, si no también en nuestra propia ciudad, en nuestro país; respaldados por la famosa reforma laboral actual, y la ambición que para algunos, es sinónimo de calidad de vida.

Pero hoy toca hablar (como siempre) de la calidad de vida de las personas con “sobrepeso y obesidad” de nuestra sociedad, no de la de los países en vías de desarrollo, o en vías de inanición.

La economía del bienestar puede ser la solución, pues la gente quiere calidad de vida, servicios, inmediatez, y esto debe ser mesurable, cuantificable, y cómo no, el poder adquisitivo y el consumo son los mejores indicadores de la calidad de vida, hoy y desde los años 80.

Pero, ¿de verdad esto es calidad de vida?

¿Dé qué sirve más allá de comparar el poder productivo y consumista de las naciones?

Partiendo de que este planteamiento no lleva sino a más desigualdad, deberíamos empezar a plantearnos un cambio.

Lo saludable de la calidad de vida

La mayoría de profesionales compartimos la idea de que la salud, se sustenta por los hábitos, que son conductas repetidas de acuerdo con nuestra ideología y nuestras costumbres. Así, hábitos saludables relacionados con la alimentación, como tomar suficiente fruta y verdura, disminuir el contenido en sal, azúcar y grasas de origen animal, y tomar alimentos integrales, aumentará nuestra calidad de vida, ya que nuestra salud cardiovascular, y los parámetros bioquímicos que no se relacionan con la enfermedad serán óptimos.

Y esto nos permitirá vivir muchos años sin dolencias, y pudiendo disfrutar de nuestras actividades favoritas, de nuestros amigos y en definitiva de aquellas tareas que nos permitan desarrollarnos y realizarnos personalmente.

En el caso contrario, la ausencia de hábitos saludables, perjudicaría el desarrollo de actividades de la vida diaria, así como la autonomía y capacidad física y psíquica, e incluso la autopercepción de calidad de vida para cada sujeto.

Está muy bien disfrutar de calidad de vida, es bueno, deseable, saludable. Pero, ¿qué pasa con la calidad de vida del resto del mundo?

Quizá deberíamos empezar a cambiar poco a poco el consumismo al que nos arrastra nuestra sociedad para intentar sembrar la semilla del bien común, primero aquí, para luego poder exportarla a los yanquis, a los anglosajones, y al resto del mundo que también ha mordido el anzuelo hasta el fondo.

Referencias:

  1. Muñoz Sánchez V., Pérez Flores A.M. Acercamiento a las implicaciones existentes entre alimentación, calidad de vida y hábitos de vida saludables en la actualidad. Rev Humanidades [Internet]. 2015 [cited 2016 Mar 15];(25). Available from: http://www.revistadehumanidades.com/articulos

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