Últimamente se está poniendo de moda realizar un nuevo “deporte de riesgo” que podemos denominar estar a dieta.
Respondiendo a las necesidades de un sector desinformado de la población que quiere perder peso a cualquier precio, han surgido un sinfín de dietas milagrosas o dietas mágicas, que prometen lo que la gente quiere oír: ¡perder peso ya!
Este anzuelo es poderoso y los mecanismos de márquetin consiguen atrapar a muchas personas, pero aunque parezca el camino fácil, no es saludable, ni te acercará a conseguir lo que deseas.
Por lo tanto: no son recomendables estas dietas rápidas o mágicas.
Os proponemos una alternativa más saludable, y menos inmediata, pero que es la recomendación de los Dietistas-Nutricionistas y profesionales de la alimentación: la educación alimentaria.
El problema principal de las dietas eternas, milagrosas o engañosas, aunque hay muchos tipos (repetitivas, hipocalóricas, absurdas, etc) es que suelen ser deficitarias en varios nutrientes, y si prolongamos esta alimentación en el tiempo, al final acabará por aparecer alguna patología. Y no consiguen que establezcamos una relación saludable con la comida.
Aquí os dejamos un enlace para identificarlas, pues reúnen características comunes.
Por poner algún ejemplo, con la dieta repetitiva de la alcachofa, es posible que nos aparezca anemia por una insuficiencia de hierro, o tengamos problemas de síntesis celular por falta de ácidos grasos esenciales.
Si seguimos la dieta Dukan, muchos días no llegaremos al consumo recomendable de vitaminas y minerales por una ingesta baja de frutas, hortalizas y verduras.
Otro problema, es que los efectos iniciales de pérdida de peso que se producen al principio y motivan la continuidad de estos métodos, son efímeros y se recuperan rápidamente en lo que se conoce comúnmente como el efecto yo-yó.
Esto se debe generalmente a que las principales pérdidas de peso en estos casos proviene del agua y no de la grasa (que requiere tiempo para disminuir su volumen). Además que al reducir drásticamente la energía consumida, disminuye el gasto energético basal de nuestro cuerpo, por lo que al volver a nuestra dieta anterior, ganamos el peso perdido, y algo más. Ya que ahora la diferencia entre el gasto energético diario y la energía consumida es mayor.
Además se ha visto, que los mejores resultados en la pérdida de peso, es decir, los que se mantienen, suelen ser en procesos lentos y progresivos (que pueden durar años e incluso décadas), y no se suelen caracterizar con pérdidas bruscas de peso.
Para mejorar nuestra salud, y no estar pendiente del peso ni cuantificar estrictamente las kcal, proponemos un método basado en la educación alimentaria.
La educación alimentaria consiste en aprender a comer para mantener un estado saludable. Esto implica por lo tanto la calidad y la cantidad de alimento que ingerimos.
No hay alimentos prohibidos, pero sí hay alimentos que son más perjudiciales que otros, por ejemplo los dulces y la bollería industrial con sus grasas trans y azúcares refinados, o el alcohol que hasta un consumo de bajo riesgo conlleva un riesgo cardiovascular.
Por lo que no hay que comer de todo.
En cambio, hay alimentos que son muy ricos si nos fijamos en su perfil nutricional, ya que tienen gran proporción de vitaminas y minerales o fibra; como son las frutas, verduras, frutos secos, o aceite de oliva.
La idea que lanzamos al aire, y os invitamos a probar, es que dejéis a un lado las dietas eternas y engañosas, para empezar a aprender a comer saludablemente.
Es un camino largo, que seguramente te acompañará, o eso espero, el resto de tu vida.
Y habrá días o semanas, en las que no hayamos escogido bien, pues nadie es perfecto, y nos habremos pasado en cantidad, en el tipo de alimento, o incluso en las dos cosas; pero eso no es excusa ni motivo para dejar de alimentarnos correctamente y continuar con un estilo de vida saludable, activo, y lleno de vitalidad.
El otro pilar fundamental que no puedo dejar de recordar al citar las palabras estilo de vida saludable, es el ejercicio físico, recuerda dedicarle el tiempo que se merece al deporte o la actividad física, nunca menos de 30-60 minutos al día.
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