Costa mediterránea

Alimentación en la enfermedad de Crohn

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La enfermedad de Crohn es una enfermedad crónica inflamatoria que afecta al intestino delgado y al íleon terminal.

Se ven afectadas todas las capas de la mucosa y la cronicidad de la enfermedad suele dar malabsorción de diversos nutrientes.

A medidad que disminuye la inflamación, sobreviene fibrosis, engrosamiento de la submucosa y cicatrización, que ocasiona estrechamientos de la luz intestinal con obstrucción parcial o completa.

En ocasiones se requiere una operacion, más de la mitad de los pacientes acaban sometiéndose a tratamiento quirúrgico (1).

Algunos de los síntomas más conocidos son diarrea crónica, hemorragia rectal, dolor abdominal, fiebre, pérdida de apetito y peso, náuseas y vómitos (2).

Y aunque las consecuencias a nivel nutricional dependen del tramo afectado y la intensidad de la respuesta inflamatoria, y otros factores como el estado nutricional previo del paciente; la enfermedad acaba ocasionando alteraciones conductuales y anémicas debido a la continuidad y molestia que provocan los síntomas.

 

Por lo que muchas veces los pacientes también presentan depresión, tristeza y malestar general.

Las personas con enfermedad de Crohn frecuentemente presentan también síndrome del intestino irritable o colon irritable.

Este síndrome se caracteriza por alteraciones en el tránsito intestinal con periodos de diarrea y estreñimiento, así como otros síntomas comunes para la enfermedad de Crohn como el dolor abdominal.

Recomendaciones alimentarias

Lo primero es individualizar según las necesidades, pero se han evidenciado que algunas pautas dietéticas mejoran los síntomas y la calidad de vida de los pacientes; entre ellas destacan:

  • Disminuir la fibra insolubre de la dieta, como es el caso de los cereales integrales.
  • Aumentar la fracción de fibra soluble, al ser soluble previene las diarreas.
  • Eliminar el consumo de sorbitol (edulcorante).
  • Disminuir el consumo de cítricos y especias picantes.
  • Disminuir o eliminar el consumo de café y otros estimulantes como el té, bebidas energéticas…
  • Disminuir el consumo de azúcares simples, bebidas azucaradas, refrescos…

    Solamente el 24% del azúcar que consumimos es añadido voluntariamente, el resto forma parte de los alimentos.
  • Evitar comidas pesadas y disminuir el consumo de grasas.

 

 

Algunos pacientes, quizá por la falta de la figura del dietista-nutricionista en la sanidad pública, y la desinformación acerca de la dieta más conveniente para su patología, se ven obligados a buscar en diferentes fuentes sobre las recomendaciones alimentarias para su enfermedad (2).

Y lo que es peor, la mayoría de los afectados por la enfermedad de Crohn no conocen la figura del profesional de la nutrición, ni lo que puede hacer por mejorar su calidad de vida.

Referencias:

1. Katheleen Mahan L., Escott-Stump Sylvia. Nutrición y Dietoterapia de Krause. Décima. México: McGraw-Hill Interamericana; 2001. 1274 p.

2. García-Sanjuán S, Lillo-Crespo M, Sanjuán-Quiles Á, Martínez MR-. HÁBITOS DIETÉTICOS Y CREENCIAS SOBRE LA ALIMENTACIÓN DE LAS PERSONAS CON ENFERMEDAD DE CROHN. Nutr Hosp. 1 de diciembre de 2015;32(n06):2948-55.

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