A España parece que han llegado la mayoría de avances o movimientos culturales con un siglo de retraso, al menos respecto al resto de Europa.

Hoy en día, la figura del Dietista-Nutricionista (DN) en la Sanidad Pública parece que sigue los pasos del Renacimiento en nuestro país.

Cuando estudiaba en la carrera, nos decían que se sabía que por cada euro invertido en un DN se ahorraban 5, estos estudios provenían de empresas privadas (ámbito al que por cierto parece   que nos han desterrado).

Estas empresas lo tienen claro: compensa.

Pero no sólo a nivel económico, ya que la salud difícilmente se puede cuantificar en estos términos; es evidente que ahorramos dinero al sistema sanitario, pero ¿y los problemas de salud que podemos prevenir? ¿y la esperanza de vida que podemos aumentar?

Muchas enfermedades requieren de un equipo multidisciplinar que evalúe al paciente y lo trate, desde psicólogos, endocrinos, enfermeras hasta fisioterapeutas, pero no olvidemos que el DN es el principal especialista en dietética y dietoterapia.

Además tiene competencias claramente diferenciadas con el resto de profesionales sanitarios.

Conclusión

Actualmente con la merma de las prestaciones sociales que estamos sufriendo parece un problema subordinado que se exija el reconocimiento que merecemos dentro de la sanidad, pero no pararemos hasta que el reconocimiento pase de ser papel mojado, a ser una realidad.

Pues es el sitio que nos corresponde dentro de la sociedad, y no sólo somos los profesionales de la Nutrición los que pedimos a gritos que se nos considere, si no la gente de a pie que quiere que se le atienda correctamente, en un estado “democrático” y civilizado en el que la salud no depende del poder adquisitivo de cada cual.