La supervisión de la alimentación durante el tratamiento farmacológico, es muy importante,
ya que se pueden producir interacciones entre los alimentos y los fármacos que pueden dar lugar a reacciones adversas e incluso toxicidad, así como una disminución de su actividad farmacológica, con sus problemas asociados para la salud, pues entonces no surtirá efecto el fármaco en cuestión.
Se entiende por interacción farmacológica el proceso por el cual se produce la modificación del efecto de un determinado fármaco, causado por la presencia de sustancias que son administradas de forma simultánea al paciente (1).
Existen varios tipos de interacciones farmacológicas, se suelen clasificar dentro de las interacciones farmacocinéticas, en las que se produce una variación de la exposición del organismo al fármaco debido a su interacción con el alimento.
Dentro de las interacciones farmacocinéticas, podemos a su vez diferenciar aquellas que se deben a la ingesta, las que inhiben o compiten por los transportadores, las que alteran la motilidad intestinal, los mecanismos que afectan a la distribución, al metabolismo, o a su eliminación.
Araujo López (2), también distingue otros dos tipos de interacciones: las farmacodinámicas (cuando los nutrientes y el fármaco se comportan como agonista o antagonista) y las físico-químicas (formación de complejos insolubles, adsorción, procesos Redox, ácido-base).
Veamos algunas de las interacciones más comunes entre los fármacos y los alimentos:
El pH es importante para la asimilación de los fármacos, la mayoría se absorben en el duodeno, que tiene un pH básico en comparación con el estómago. En el duodeno se absorben mejor los fármacos básicos, y en el estómago, los fármacos ácidos son más fáciles de asimilar. En este caso, la administración de omeprazol (protector gástrico que disminuye la acidez) interacciona con la absorción del hierro y puede disminuirla. En cambio el hierro aumenta su absorción si se ingiere con alimentos ácidos como la naranja o el kiwi que contienen vitamina C (ácido ascórbico).
Continuando con las interacciones físico-químicas, algunas quinolonas o determinadas tetraciclinas (antibióticos) pueden disminuir su absorción al tomarse con leche, ya que los iones calcio presentes en la dieta forman complejos insolubles.
El zumo de pomelo
Es un inhibidor enzimático importante del Citocromo P450, que metaboliza y elimina numerosos fármacos y tóxicos. Esta inhibición provoca un aumento del tiempo del fármaco en la sangre, y potencia su efecto. Por este motivo algunos autores han propuesto el zumo de pomelo y otros inductores enzimáticos como ahorradores de fármacos. Pero el peligro de ingerir conjuntamente el zumo de pomelo y algunos fármacos es el aumento de la toxicidad por disminución en la eliminación del fármaco. También se ha propuesto que los hidratos de carbono se podrían comportar como inductores enzimáticos, y algunos ácidos grasos esenciales podrían realizar el efecto contrario (1).
El alcohol
Su principal efecto es agonista, potenciando la acción farmacológica, ya que la sedación y el efecto ansiolítico que produce el alcohol se puede sumar al de determinados fármacos con el mismo fin (ansiolíticos, antipsicóticos, antihistamínicos) y por lo tanto producir mayor somnolencia de la deseada, que en ocasiones puede desencadenar consecuencias fatales (accidentes de tráfico).
Pero también se puede dar el efecto contrario o antagónico, como puede ser el caso de la vitamina K y los anticoagulantes orales (acenocumarol y warfarina).
El ajo y la aspirina
Ya hablamos hace no mucho del ajo y sus propiedades.
El ajo aumenta la actividad antiplaquetaria, y al igual que la aspirina o los anticoagulantes orales, puede producir sangrados excesivos o hemorragias en pacientes que tomen ambas sustancias.
La hierba de San Juan
También conocida como hipérico, Hipericum perforatum, es un potente inductor enzimático del citocromo P450, al revés que el zumo de pomelo. Es decir, inhibe la actividad farmacológica de warfarina, digoxina, teofilina, ciclosporina, antirretrovirales y fenitoína principalmente.
Conclusión
La importancia del Dietista Nutricionista es evidente cada día más, pero en el ámbito hospitalario, es fundamental la necesidad de crear equipos multidisciplinares especializados en tratar las patologías. La salud y la recuperación de los pacientes depende de ello. Además esto supone un ahorro en el gasto sanitario y farmacológico, pues se disminuirá notablemente el tiempo de ingreso de los pacientes, y disminuiremos los reingresos además de mejorar la adhesión al tratamiento alimentario.
Esta es una parcela más en la que se evidencia que el dietista nutricionista es fundamental en el día a día clínico, pero no el único. Os recuerdo esta entrada, porque la lucha continúa: el dietista-nutricionista en la sanidad pública.
Bibliografía:
- Mestres C., Durán M. Farmacología en Nutrición. Panamericana; 2012. 340 p.
- Araujo López D.A. Interacciones fármaco-nutrimento, una realidad en la práctica clínica hospitalaria. Rev Espec Méd-Quirúrgicas. 2015;20(1):25–134.
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