Redefiniendo la Salud

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¿A cuántas exposiciones habremos asistido que empezaban con la definición de salud, representada en una línea recta y justo al otro extremo de la enfermedad?

Primera visión de la salud: ausencia de enfermedad.

Segunda definición: estado holístico del ser humano en el que intervienen muchos factores (sociales, económicos, psicológicos, alimentarios…) y le permite vivir plenamente y desarrollarse al máximo, en armonía con el entorno y sus semejantes.

Bien, si nos quedamos con la segunda definición, que es más completa que la primera (aunque no la única), vamos a centrarnos en los tres pilares modificables y más importantes para llevar nuestra salud al máximo: no fumar, la actividad física y la alimentación.

En 2004, Mokdad y cols. vieron que el tabaquismo es la principal causa de muerte en USA, representando cerca del 17% de muertes, pero lo más preocupante es que la mala alimentación y el sedentarismo eran la segunda causa de mortalidad, con cerca de un 16% de las defunciones (1).

Cierto es, que en Norte América el sedentarismo y la alimentación son asignaturas pendientes, pero en España, tampoco tenemos buenas notas.

Se sabe que 20 minutos de actividad física intensa tres días a la semana, o 30 minutos de actividad física moderada durante 5 días a la semana, mejoran la salud cardiovascular y aumentan la esperanza de vida (disminuyen la tasa de mortalidad) (2).

Pero paradójicamente, la realidad es que la práctica de actividad física, sobre todo en jóvenes, es insuficiente tanto para adquirir los beneficios de su práctica regular, como para disminuir la incidencia de sobrepeso y obesidad.

Estos son datos preocupantes, que obligan a plantearnos varias preguntas:

¿Qué falla en la promoción de hábitos saludables?

¿Habría que regular más la industria alimentaria, tabacalera, y otras que promuevan hábitos insanos o sedentarios?

¿Qué papel juegan los profesionales de la salud? ¿tienen suficiente autoridad y recursos como para cumplir con sus competencias?

¿Son suficientes los recursos dedicados a la prevención primaria?

Estas y más cuestiones deberían estar en la mesa del Ministerio de Sanidad desde hace mucho tiempo, pues los datos paupérrimos de práctica de actividad física en nuestra población, y de hábitos alimenticios no son nuevos.

Es evidente que las estrategias y políticas llevadas a cabo hasta la fecha no han funcionado, pues España se sitúa a la cola de Europa en cuanto a la práctica deportiva (3).

Esto unido a malos hábitos alimentarios como un alto consumo de alimentos con mucha densidad energética y poca densidad nutricional, ha provocado el aumento de obesidad y sobrepeso entre nuestros adolescentes.

La media para adquirir hábitos saludables se ha estimado en torno a 66 días (4), ¿no parece esto demasiado tiempo? Una vez más, algo está fallando en nuestra sociedad, y ya no vale recurrir a la definición de enfermedades cardiovasculares multifactoriales con un complicado tratamiento, para prevenir las epidemias de nuestra época, hay que tomar medidas y tomarlas rápido. Mañana es tarde.

Bibliografía

  1. Mokdad A. H., Marks J. S., Stroup D. F., Gerberding J. L. Actual causes of death in the United States, 2000. JAMA. 2004;291(10):1238–45.
  2. Cordero A, Masiá M D, Galve E. Physical Exercise and Health. Rev Esp Cardiol. 2014;67(9):748–53.
  3. Moscoso D., Martín M., Pedrajas N., Sánchez R. Sedentarismo activo. Ocio, actividad física y estilos de vida de la juventud española. Arch Med Dep. 2013;30(6):341–7.
  4. Basulto J, Cáceres J. Comer y correr. 5th ed. Barcelona: Debolsillo; 2015. 301 p.

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