En 2010, se estimaba que morían dos millones de hombre y mujeres cada año como resultado de accidentes, enfermedades o heridas relacionadas con el trabajo, y aunque en la actualidad han mejorado algunos aspectos en materia de seguridad laboral, sigue habiendo mucho por hacer para conseguir realmente un entorno de trabajo saludable.
Hace una década el ocho por ciento de la tasa global de trastornos depresivos se relacionaba con riesgos ocupacionales. El ritmo de vida occidental y el estilo de vida, no parece arrojar datos más optimistas actualmente.
En 2007 la Asamblea Mundial de la Salud, de la Organización Mundial de la Salud lanzó el plan global de acciones para la salud de los trabajadores (GPA), 2008-2017, con el objetivo de proporcionar a los estados miembros, nuevos ímpetus para la acción. Estableció 5 objetivos:
1. Diseñar e implementar políticas para normar la salud de los trabajadores.
2. Proteger y promover la salud en el lugar de trabajo.
3. Promover la implementación y el acceso a los servicios de salud ocupacional.
4. Proporcionar y comunicar las evidencias de acción y práctica.
5. Incorporar la salud de los trabajadores en otras políticas.
El objetivo del documento de la OMS, es examinar en profundidad la literatura relacionada a los entornos laborales saludables, para sugerir al final modelos de trabajo flexibles, basados en la evidencia, para construir entornos laborales saludables, que puedan ser aplicados por empleados y colaboradores, independientemente del sector, tamaño de la empresa o el grado de desarrollo del país.
En el presente artículo hablamos de la justificación de un fundamento para entornos laborales saludables, que respondan a la pregunta, ¿para qué preocuparse de que haya entornos laborales saludables? Aportando las conclusiones de la OMS y señalando algunas respuestas desde los puntos de vista ético, jurídico y de negocios.
¿Para qué molestarse en procurar que exista un entorno laboral saludable?
Principalmente, por ética empresarial: es lo correcto. Pero también es una acción inteligente, y que favorece los intereses económicos de la empresa. Mejorará la producción, la calidad, la atención al cliente, el trato y la cohesión entre compañeros…
Además, es una obligación legal asegurar unas condiciones de trabajo adecuadas y saludables. Pero esto en la práctica no es tan fácil. Una mirada a la situación global revela que muchas, posiblemente la mayoría de las empresas, organizaciones y gobiernos no han entendido las ventajas de los Entornos Laborales Saludables o no tienen los conocimientos, habilidades o herramientas para mejorar las cosas.
La Unión Europea resalta que la falta de salud y seguridad en el trabajo no solo tiene una considerable dimensión humana sino también un gran impacto en la economía. El colosal coste económico de los problemas asociados con la seguridad y la salud en el trabajo, reducen la competitividad de las empresas e inhiben el crecimiento económico.
Para concluir, y para resaltar la importancia de la individualización y el ajuste a las necesidades de salud de cada empresa y sus trabajadores, nos gustaría citar a Naina Lal Kidwai, y cuyas palabras aparecen en el documento de la OMS citado.
“…No puede haber un patrón único de prácticas a seguir para crear Entornos Laborales Saludables. Aún cuando existen algunos lineamientos básicos que toda organización debe seguir. El concepto de un ambiente de trabajo ideal, variará de industria a industria y de compañía a compañía. Una estrategia para crear Entornos Laborales Saludables debe estar diseñada de acuerdo a las características únicas, históricas, culturales, de mercado y del empleado como individuo en las organizaciones.”
Naina Lal Kidwai.