¿Podemos considerar a Jean-Baptiste Lamarck, padre de la Biología?

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Jean-Baptiste Pierre Antoine de Monet Chevalier de Lamarck (1744-1829) fue un naturalista francés que asentó las bases de la Biología, al menos tal y como la concebimos en la actualidad.

Defiende un modelo de biología que investigue a sus objetos como totalidades y que acepte mantener relación de proximidad con otras disciplinas. Esta concepción sugiere que su pensamiento ha superado el paradigma científico del Antiguo Régimen y el descripcionismo que practicaban sus contemporáneos, confundiendo y tomando la parte por el todo (Iribarnegaray, 2016).

Respecto a su biografía, podemos señalar su carrera eclesiástica (empujado por su padre), y militar, que lo llevó a participar en la guerra de los Siete Años en Alemania en 1761, que pareció suscitar su interés por la botánica y la geología. En el 70 se instala en París, y comienza a trabajar como contable en casa de un banquero. Época en la que comienza a estudiar medicina, pero que abandonará a los cuatro años para estudiar meteorología, físico-química y botánica, entre otras cosas.

En 1778 publicaría Flore Françoise: Ou Description Succincte De Toutes Les Plantes Qui croissent naturellement en France…, que supone su apertura y presentación a la comunidad científica de la época –con la que parece, que no alcanzaría demasiadas amistades–, pero que le abrió la puerta a la docencia de botánica en la Academia de las Ciencias.

En el año 1793 se constituye el Museo Nacional de Historia Natural. En el cual pasará a formar parte de una de las doce cátedras: animales inferiores (o sin esqueleto), a los que posteriormente Lamarck asignó su actual denominación de invertebrados. Efectuó la primera subdivisión del mismo en los hoy día habituales grupos de arácnidos, insectos, crustáceos y equinodermos. Se le considera el fundador de la paleontología de los invertebrados.

Continuará su actividad científica, publicando en la revista científica Journal d´Histoire naturelle, fundada en 1792 junto con Haüy, Olivier y Bruguières.

En 1802, con Investigaciones sobre la organización de los cuerpos vivos, establece las bases del pensamiento evolucionista, pues supone la primera explicación científica y convincente del cambio orgánico y porque fue el primero en destruir los arneses esencialistas que sujetaban el evolucionismo (Mayr, 1989). Iribarnegaray relata como la riqueza conceptual de la teoría de Lamarck y el gran número de campos sobre el que se aplica (anatomía, fisiología, psicología, política y moral) así como la cantidad de disciplinas que permite reunir y concordar (geología, zoología, botánica, meteorología, química, ecología) la convierten en el único referente legítimo del evolucionismo hasta la aparición de Darwin y Wallace.

Lamarck hizo visible el transformismo y obligó a sus adversarios a emplear tiempo en refutarlo y a demostrar un fijismo que antes era evidente para todos.

Su manera de practicar ciencia, sus intromisiones en campos muy diferentes, sus «aventuradas» ideas, su personalidad polémica e incluso sus opiniones políticas no resultaban del agrado de la mayoría de los filósofos de la naturaleza que dominaban el orbe académico francés (Iribarnegaray, 2016).

Recordemos, como bien indica Diego Clares, que hasta el siglo XIX se solía hablar de quienes se dedicaban al estudio científico como filósofos naturales, y no es hasta la década de 1830 cuando se empezó a emplear el término científico como sustantivo (scientist).

Lamarck formuló la primera teoría de la evolución. Propuso que la gran variedad de organismos, que en aquel tiempo se aceptaba que eran formas estáticas creadas por Dios, habían evolucionado desde formas simples; postulando que los protagonistas de esa evolución habían sido los propios organismos por su capacidad de adaptarse al ambiente: los cambios en ese ambiente generaban nuevas necesidades en los organismos, y esas nuevas necesidades conllevarían una modificación de los mismos que sería heredable.

En 1809 en su libro Filosofía zoológica propuso que las formas de vida no habían sido creadas ni permanecían inmutables, como se aceptaba en su tiempo, sino que habían evolucionado desde formas de vida más simples. Describió las condiciones que habrían propiciado la evolución de la vida y propuso el mecanismo por el que habría evolucionado.

José Varela, 2015.

                           

Para Francisco Iribarnegaray, tres son los motivos principales para ubicar al naturalista francés como precursor de la biología moderna:

  1. La nueva voz posee un fuerte carácter crítico que le distancia de quienes han convertido el estudio de lo vivo en un mero inventario taxonómico de organismo. Para Lamarck la taxonomía es un instrumento al servicio de la ciencia biológica y, por lo tanto, esta no puede reducirse a un mero inventario ineficaz para proporcionar respuestas a las grandes cuestiones sobre los seres vivos.
  2. Con el término, también se enfrenta al mecanicismo, incapaz de resolver los problemas de funcionamiento y comportamiento de los organismos vivos, y a la romántica actitud del naturalismo alemán, obligando a aceptar fuerzas misteriosas o principios no físicos. La intención de incluir esta ciencia en una superdisciplina llamada «física terrestre», indica el empeño de Lamarck de no abandonar el terreno de la física en la investigación biológica.
  3. Usa este neologismo porque quiere destacar que el eje vertebrador de su investigación sobre los seres vivos es la organización, haciendo depender de ella todos los fenómenos relacionados con lo vivo: el origen de la vida, el funcionamiento de animales y plantas, la causa de crecimiento, el aumento de la complejidad, de la variabilidad de especies y géneros y la causa de muerte de los organismos.

Lamarck llegaría a escribir (1815-1822):

“A estos cuerpos singulares y verdaderamente admirables de los que hablo, se les ha dado el nombre de cuerpos vivos; y la vida que poseen, así como las facultades que obtienen, los distinguen esencialmente de otros cuerpos de la naturaleza. Ofrecen en sí mismos y en los fenómenos diversos que presentan, los materiales de una ciencia particular que no ha sido aún formulada, que ni siquiera tiene nombre, para la cual he presupuesto algunos fundamentos en mi Filosofía zoológica, y a la que daría el nombre de Biología.”

Y en su Investigación sobre la organización de los cuerpos vivos:

“a esto no deben limitarse las observaciones del naturalista. No debe consumir su tiempo, sus fuerzas y su vida entera conservando en su memoria los caracteres, los nombres y los múltiples sinónimos de esta innumerable multitud de especies de todos los géneros, de todos los órdenes, de todas las clases y de todos los reinos que nos ofrece en todas partes la superficie del globo que habitamos con una fecundidad inagotable. Esta exclusiva empresa no será adecuada más que para estrechar las miras de aquel que se entrega desconsideradamente, más que para ahogar su genio y privarle de la satisfacción de participar en impulsar y orientar a la ciencia en la verdadera dirección que debe seguir para alcanzar su objetivo, es decir, para ser a la vez la vía que conduce al conocimiento de la naturaleza y la antorcha que ilumina útilmente al ser humano sobre todo aquello que pueda servir a sus necesidades.”

“¡Cuánto más conveniente para el progreso y la dignidad de las ciencias naturales no sería dirigir nuestras investigaciones, no solamente hacia la determinación de las especies cuando la ocasión sea favorable en ese sentido, sino también hacia el conocimiento del origen, de las relaciones y del modo de vida de todas las producciones naturales que nos rodean por doquier!”

Y no solamente asentó las bases de la biología, sino que a través de métodos inductivos postuló teorías que se demostrarían siglos más tarde, con novedosas metodologías científicas cualitativas como las revisiones sistemáticas y los metaanálisis. Lamarck llegó a escribir:

“Que el resultado de la nutrición no es solo proveer al desarrollo de la organización que el movimiento orgánico tiende a formar sino que, debido a una inevitable desigualdad entre las materias fijadas por la asimilación y las disipadas por las pérdidas, esta función a lo largo de la vida llega a deteriorar progresivamente los órganos de manera que necesariamente ocasiona la muerte.”

Jean-Baptiste Lamarck, Investigaciones sobre la organización de los cuerpos vivos. 1802.

 Referencias:

Clares, Diego. Henry D. Thoreau. Revolucionar cada día: en defensa de una vida sencilla. Barcelona, El grillo libertario y La Rabia Ed., 2019

Lamarck, Jean-Baptiste. Investigaciones sobre la organización de los cuerpos vivos. Edición de Iribarnegaray Fuentes, Oviedo, F. KRK ediciones, 2016.

Flore Françoise: Ou Description Succincte De Toutes Les Plantes Qui croissent naturellement En France ; Disposée selon une nouvelle méthode d’Analyse, et à laquelle on a joint la citation de leurs vertus les moins équivoques en Médicine, et de leur utilité dans les Arts, París, 1778.

Mayr, E. Histoire de la biologie, Diversité, évolution et hérédité, Paris, Fayard, 1989 (2 vols).

Varela, José. «La primera teoría de la evolución biológica; Lamarck.» 1 de Agosto de 2015. Disponible en: https://ahombrosdegigantescienciaytecnologia.wordpress.com/2015/08/01/la-primera-teoria-de-la-evolucion-biologica-lamarck/

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