Diabetes tipo 2 y entrenamiento de fuerza

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El ejercicio físico es el principal tratamiento de la diabetes tipo 2

En este artículo nos centraremos del papel del entrenamiento de fuerza en la Diabetes tipo 2.

Para ello hemos realizado una búsqueda de las revisiones y estudios de intervención más recientes sobre el tema.

El ejercicio físico mejora la forma física y la capacidad funcional, la calidad de vida y aporta sensación de bienestar, mejorar el control metabólico, la resistencia a la insulina, reduce los marcadores inflamatorios, los síntomas neurológicos y mejora la capacidad regenerativa de los axones cutáneos, enlenteciendo o previniendo la progresión de neuropatías. Además, la actividad física puede mejorar la variabilidad en la frecuencia cardiaca en diferentes poblaciones.

La variabilidad en la frecuencia cardiaca es un indicador de la salud cardiovascular. Parece ser baja en diabéticos tipo 2, y esto se asocia con diversas causas de mortalidad (1).

Esto es relevante porque la variabilidad en la frecuencia cardiaca se puede usar para detectar disfunciones del sistema neurológico antes que otros test tradicionales. Especialmente se debería usar para detectar neuropatías autónomas.

 

Parece haber un claro posicionamiento sobre la adecuación de la prescripción de ejercicio en diabéticos tipo 2.

Un reciente estudio de intervención concluyó que el entrenamiento interválico de alta intensidad (HIIT) también es una buena estrategia para aumentar el fitness cardiovascular y reducir los riesgos asociados a esta enfermedad en adultos con sobrepeso y diabetes tipo 2. Especialmente mejoraron V02 máx. el IMC y la hemoglobina glicada tras 12 semanas de intervención. (2)

 

Diabetes tipo 2 y entrenamiento de Fuerza

El entrenamiento de fuerza se ha relacionado recientemente con una reducción del riesgo de diabetes tipo 2 y enfermedad cardiovascular. (3)

Aunque hay poca investigación examinando directamente las asociaciones longitudinales del entrenamiento con pesas y de fuerza. Pero en el estudio (3) podemos ver como los autores encuentran que las mujeres mayores de 60 años con diabetes que realizan un entrenamiento de fuerza tienen una reducción significativa de padecer diabetes tipo 2 o enfermedad cardiovascular en comparación con el grupo que no entrena. Añaden también que resultados similares fueron encontrados en el estudio de cohortes con hombres y mujeres “Health Professionals Follow-up Study and Nurses Health Study.” En el cual reportaron que levantadores de peso tenían menor incidencia de diabetes.

 

Las mujeres que realizaron grandes volúmenes de entrenamiento de fuerza y resistencia tuvieron una reducción mayor de incidencia en diabetes tipo 2 que aquellas que realizaban gran cantidad de entrenamiento de fuerza o de resistencia aislado (3).

Además, se han propuesto otros beneficios del entrenamiento para la función cognitiva y la prevención y el tratamiento de la demencia y el Alzheimer. Un beneficio asociado es el aumento de la capilarización cerebral, atenuar el estrés oxidativo y el estado inflamatorio, inducir neurogénesis y mejorar la memoria, así como aumentar los niveles de testosterona (4), necesaria para mantener una adecuada masa muscular

Mitocondrias musculares como diana para explicar los beneficios de reducción de riesgo cardiovascular

La asociación entre las mitocondrias y la sensibilidad a la insulina ha sido claramente establecida y hay gran evidencia que sustenta que una buena función mitocondrial mejora esta sensibilidad a la insulina y la homeostasis de la glucosa, al menos en modelos animales. Estos resultados colocan a la mitocondria en el centro y como diana de tratamientos farmacológicos e intervenciones de ejercicio físico para tratar la diabetes tipo 2. También se sugiere que este orgánulo celular puede manipularse por factores ambientales como el estilo de vida (alimentación, temperatura ambiente, ritmos circadianos…) (5).

 

Conclusiones

El entrenamiento de fuerza es el tratamiento de elección para prevenir y tratar a personas con diabetes mellitus tipo 2.

Aunque la frecuencia y volumen de entrenamiento todavía no está estandarizado, un entrenamiento individualizado similar a población general puede ser una buena recomendación de partida. Siempre teniendo en cuenta las características que tendrán nuestros pacientes en el metabolismo de la glucosa. Y recordando el principio de progresión y cautela. Así como vigilar posibles hipoglucemias post-entrenamiento que pueden prolongarse hasta 24h después.

Los beneficios de las adaptaciones al entrenamiento seguramente no se podrán englobar en un solo mecanismo de acción, ya que la actividad física tiene muchos efectos en el organismo y que están relacionadas. Aunque la mayoría de estos beneficios sitúan al músculo y sus sistemas energéticos como protagonistas.

Completa la lectura con el segundo artículo: Prescripción de Ejercicio Físico en personas con Diabetes, donde encontrarás otras recomendaciones interesantes para prescribir ejercicio en esta población con seguridad.

Referencias:

 

  1. Villafaina S, Collado-Mateo D, Fuentes JP, Merellano-Navarro E, Gusi N. Physical Exercise Improves Heart Rate Variability in Patients with Type 2 Diabetes: A Systematic Review. Curr Diab Rep. 23 de septiembre de 2017;17(11):110.
  2. Støa EM, Meling S, Nyhus L-K, Glenn Strømstad null, Mangerud KM, Helgerud J, et al. High-intensity aerobic interval training improves aerobic fitness and HbA1c among persons diagnosed with type 2 diabetes. Eur J Appl Physiol. marzo de 2017;117(3):455-67.
  3. Shiroma EJ, Cook NR, Manson JE, Moorthy MV, Buring JE, Rimm EB, et al. Strength Training and the Risk of Type 2 Diabetes and Cardiovascular Disease. Med Sci Sports Exerc. enero de 2017;49(1):40-6.
  4. Bertram S, Brixius K, Brinkmann C. Exercise for the diabetic brain: how physical training may help prevent dementia and Alzheimer’s disease in T2DM patients. Endocrine. agosto de 2016;53(2):350-63.
  5. Hesselink MKC, Schrauwen-Hinderling V, Schrauwen P. Skeletal muscle mitochondria as a target to prevent or treat type 2 diabetes mellitus. Nat Rev Endocrinol. noviembre de 2016;12(11):633-45.

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